martes, 30 de abril de 2024

UN DÍA MÁS, SIN TI...

 

Queridos rebeldes, blogueros, mejor pasad de largo...

                                                                    ¡AVISO!

Es un texto largo ;P

Y por eso entre otras cosas, sigo publicando;) porque este formato no me limita ni censura los muchos caracteres que me apetece/apetezca publicar.
Y es que, una vez más, como cada día desde que te fuiste, sigo escribiéndote en aquel cuaderno rojo, y hoy en particular anduve pens-ándote más de lo que mi pensamiento fue capaz de alojar y/o alejar...

 

In Memoriam, a Javier.

 






 

Hoy fue un día raro, uno más de los de nuestras confesiones, mi Niño…

 

Iré hilvanando cual costurera prodigiosa una respuesta “corduresca”, para que no te me pierdas como cuando te escribo de manera automática, aunque ya no estés a mi lado, corazón ♫♪♫ y hasta pueda que parezca que esté meando fuera del tiesto, pero no. No podría dejar de escribirte aunque la vida decidiera llevársete por delante. Soy una mujer muy sencilla y diplomática en mi día a día, nada estirada (con lo que le hubiese gustado a mi madre que tanto empeño le puso, ya sabes) aunque ni te lo creas ni lo parezca, práctica no, esto no lo he sido en vida, pragmática y apasionada con todo lo que supone de contradictorio imagino que eso sí.

Y nah, las gracias a ti, que desde el más allá sé que me sigues aguantando y mimando.

Ahora ya hechos los agradecimientos y la introducción de rigor, vayamos a lo nuestro. ¿Te parece, Javier?

Los calendarios poseen el poder de ser crueles, de marcar en un recuadro un número y un día de la semana, los más van en hileras de 7 como los enanitos perdidos por el bosque en busca de Blanca Nieves, y casi siempre llevan una imagen que ilustra el tiempo de un mes más que agoniza en nuestras manos. Otros los llevan a modo de agenda en el bolso, y apuntan citas, reuniones, copas, encuentros, la expo, el concierto, los asuntos pendientes, y las notas que allí se enterrarán de un año a otro irán desde  las cosas más  triviales hasta la defunción de un ser querido.

Si lo pensamos bien todo nos remueve y nos altera, un aniversario, el nacimiento de un hijo, cumplir los 40, los 50, los 80, ojalá los 100 no, y a medida que las saetas apuntan cada vez más cerca al corazón sentimos cómo éste nos acelera las ganas de saborear cada minuto, cada cual a nuestra manera, en soledad, nadando, bailando, cantando, escribiendo, peleando con la parienta o besando a uno/a de nuestros amantes.

Jamás he soportado tampoco que dirigiesen mi vida al igual que tú, y ya desde bien pequeñita, ahora ya es tarea perdida para quien lo intentase siquiera. Al espejo hay que mirarlo con la serenidad de lo que refleja, con la mentira con la que queramos acariciarlo y la verdad que queramos contarle. Detrás de él, hay otros muchos dédalos, laberintos, dameros, conejitos y juegos perversos de cartas a las que apostamos y no siempre nos dan el Jackpot, tras él está la ruleta rusa, lo que nadie ve y escondemos, nuestros ventrílocuos, nuestros disparatados yos, lo que intrinsicamente sólo vemos nosotros mismos, y sin contar que nos anidamos tras él cuando nos da la gana y le hablamos introspectivamente.

Hay gente que pasa por la vida sin haberla vivido. Hay gente que pasa por nuestras vidas sin habernos dejado huella alguna, hay gente que preferimos desconocer, o ignorar, o mecerla con la más cruel de nuestra indiferencia. Y eso es triste, es un insulto, no se le puede hacer mayor desprecio a un calendario que el de vivir sólo de paso. Y aquí es necesario que me ponga solemne.

No cambiaría ningún día de mi vida. Ninguno. En eso no me parezco a la Montero (que tampoco es santo de mi devoción) y es más, no la hubiese vivido de otra manera. Y ha habido de todo, mucho malo (sobre todo estos últimos 15 años) pero tanto bueno, que lo malo era y lo he vivido hasta hoy como una lección de vida. Los asiáticos me han ayudado mucho, también cabe señalarlo.

No sé hacer nada a medias, ni me gustan las tintas, sean cuales fueren.. Con cinco añitos hice ya la maleta para salir de casa ante los ojos perplejos de mi madre. Salí de España muy jovencita, viajé mucho, me casé dos veces, tuve amantes excelentes y de gran altura. No he conocido hombre que no diese la talla y eso hasta la fecha, lo cual me hizo no ser una mala follá como dicen los expertos y los frustrados, tuve una excelente estrella, conocí a medio mundo literariamente hablando, nobeles con quien compartí mesa y más, actores, artistas, cineastas, y a gente de ir por casa, a mendigos con quien también compartí cuando llegó la caída un trago de vino de Tetrabrik, con minusválidos y cretinos emocionales, soy feliz profesionalmente hablando, como lo fuiste tú, adoro mi trabajo, soy feliz cuando salgo a publicar ese artículo que me pedís, o traduzco y escribo, preparo clases, hablando en el anfiteatro, o de paseo con mis estudiantes por Montsouris o el Luxembourg, o les Tuileries (ya más alto no se podía llegar) escribí siete  libros a mano que regalé, planté un árbol, y luego cuando llegó la caída, supe lo que era estar sola, el abandono, la hipocresía, la maldad y el arribismo de muchos, el que te ignoren o indiferencien porque has tenido un brote que es peor que un cáncer pero entiendes que las enfermedades mentales asustan más que la quimioterapia,  y luego llega el silencio en la agenda, el paso de los días sin vivirlos, el suicidio malogrado en la ducha, las ganas de saltar por el balcón, el repudio, el cansancio de aquellos en los que creías poder mantenerte en pie pero te dijeron que te fueras pal carajo, la misantropía, el desgano, el hartazgo, el perderle el gusto a las horas, la falta de sal y pimienta, el abandono del cuerpo y su levedad, y aprender lo frágiles que podemos ser hasta las rocas, la mentira, las ilusiones que se rompen en el espejo, la vehemencia pulcra de los adioses, la mirada compasiva, el llanto negro que se cuela como el alquitrán por las venas…, las puñaladas traperas, el que quienes más te ensalzaron, va y en cuestión de tiempo te consideren menos que nada, hasta que como un Montecristo regreses, vayas por todas y sin rencores, y te veas de nuevo renacer esplendorosa, con las alas blancas de una Maga sobrevolando de nuevo los tejaditos de un París que no dejó de ser tu aliado ni aún cuando creías que la batalla estaba perdida. y la derrota,  ese amanecer sin dueño al que ni despertar querías. Pero, va y sí, despiertas, te levantas,  porque un cierto Lázaro te besa en la boca, y resucitas.

Y también aprendí de todo eso, que todo pasa, y que por suerte la vida seguía, y  se lo debo a mi manera obstinada de querer vivirla.

Aprendí entonces lo que es la humillación, el dolor, la pena, la empatía, el silencio, la humildad, esa dignidad tan indigna con la que muchos se llenan la boca, saber estar en mi sitio, no callar más, devolver cada golpe con la palabra, a matar al silencio, a mirarme al espejo con sabiduría, y a seguir amando sobre todas las cosas.

Me decía ayer mi hindú (el dueño de un bazar al que voy a comprar cosas insólitas y que me recuerda al antro chino de los Gremlins) un señor ya mayor que siempre que voy me aconseja sin pedírselo, que uno solo es sólo una mitad, y no está completo…

De ser tú  Javier (que no seré jamás por mucho que lo intente y quiera) yo le diría a Ella que chico quiere seguir viviendo en ella, que quiere ver sus ojos cuando la penetra más allá del deseo con el ansia de sentirse vivo, que lo de la edad es sólo para los que desde que nacieron sólo han sabido insultar a la vida y conformarse con frases hechas y libros de autoayuda.

Que el sexo es la cosa más maravillosa que pueda existir entre dos cuerpos cuando ambos se abandonan a la magia de un despertar, que la chispa de la felicidad es corta, que dura poco y que en toda mi vida perdí ocasión alguna para que todo me resbalase y cometer y seguir cometiendo las mayores imprudentes locuras, que no sé si esta noche estaré aquí, si mañana me morderá de nuevo la bestia o me dará un zarpazo, o un aviso, y que ser prudente, callar, no arriesgarse, y morirse por dentro, es una putrefacción que no está hecha para ningún gusano antes de tiempo.

Y sí, hombres como tú que no se han sentido así como miles de mujeres también los hay, los hubo, habrá y seguirá habiendo, así que si llega alguien al calendario que tenemos colgado en la pared, y a la fecha que llegue, y sin pedir permiso, ni la edad, ni la posición, ni si nos tintamos o no el pelo, si estamos calvos o ellas tengan estrías, y que el amor o el sexo, o como quieran llamarlo nos mueve el piso, nos hace perder el sentío o nos da puntos de vida para seguir sintiéndonos algo más que un pedazo de carne, yo iría  por ello como hice desde que nací, que la vida no es que sea corta, sino que es muy suya, y nos da oportunidades (muchas) , elecciones (algunos lo llaman destino) que de perderlas, o errarlas por el qué dirán unas cuantas beatorras o algunos machistas, o puristas o políticamente correctos, nos estaríamos muriendo por un qué dirán que ni nos importa.

Ve por ella. No te pierdas ese suspiro de felicidad…

Y más si ha habido ganas, sexo de mirada a sexo, y mirada,  y amor a deshoras. No la sueltes… Yo no lo soltaría. Ve. Te espero ;)

Luego, o mañana te mandaré más fotitos de las que te prometí. Ya ando yo por las calles de París y de buena mañana…. ¿sabes qué?  Al Moulin Rouge se le cayeron las aspas y la mitad de sus letras… Te dejo que ahora he de bregar con el tontoelhaba de Fernández y con la gente que está asegurando mi remplazo donde tú sabes, 4 son… no sabía que hacía/mos tantas cosas.

Besos que te den alas para viajar desde ese Pitchi-Poi en el que te estás escondiendo de esta p... vida, peero  que es el reposo de ese gran guerrero que eres. El tálamo de la vida se llama amor, deseo, sexo, aventura y riesgo, ave Fénix, locura, romper normas, rebeldía, años sin fronteras, V-I-D-A.

Y como no, Javier,  un beso mío, apasionado, porque no sé, ni sabría besarte de ninguna otra manera.

 

Por mucho tiempo que pase, si hay algo que jamás olvidaré, es que no podré olvidarte...




Callar. Caer...
callaron.
cayeron.